POLITICAS PÚBLICAS EN EL MARCO DE LA EQUIDAD DE GÉNERO
Hoy en día la sociedad boliviana vive
una cruda realidad, en la que existen asimetrías profundas en cuanto a la distribución
de la riqueza pero sobre todo en la asignación del poder, sin duda el profundo
machismo no solo presente en los hombres sino también en las propias mujeres,
ha hecho que haya un desequilibrio en cuanto al rol que juega tanto el hombre
como la mujer en la sociedad, esto ha derivado en que la mujer tenga muchos
problemas para poder ser parte del mercado laboral y peor aún pueda ocupar espacios
de poder y toma de decisiones.
La estratificación del universo laboral
por género, etnicidad y clase es uno de los principales mecanismos de
estructuración de las desigualdades socio-culturales y económicas de la
sociedad boliviana (Wanderley, 2008), si bien en estos últimos años el
paradigma que se tenía con respecto a que la mujer tenía un rol estrictamente enmarcado
al trabajo del hogar y cuidado de los hijos, ha cambiado, el mismo continua
teniendo cierto rechazo por parte de algunos actores de la sociedad, que se rehúsan
a aceptar esta nueva realidad y que es la demanda de un sector de la sociedad
que históricamente ha sido relegado a un segundo plano. El posicionamiento de
las actividades no remuneradas (dentro de hogares
o en redes sociales) al mismo nivel
conceptual del trabajo remunerado es central para comprender las oportunidades
concretas de hombres y mujeres para asegurar su reproducción y mejorar las
condiciones de vida, tanto propias como de sus familias (Wanderley, 2008).
Para poder comprender mejor las
desigualdades que sufre la sociedad boliviana, es necesario poder entender cómo
es que se producen estos fenómenos sociales. Las desigualdades son, por lo
tanto, resultado de interacciones sociales asimétricas en diferentes esferas
sociales, en las cuales las ventajas se acumulan en un grupo o en otro grupo y
se van consolidando con la construcción de categorías sociales (que implican
creencias, valores y prácticas), que justifican y sostienen oportunidades y
capacidades desiguales entre individuos y/o grupos de personas (Wanderley,
2008).
La necesidad de poder contar con
espacios de debate y que permitan establecer las demandas pero sobre todo las
necesidades de los sectores históricamente menos favorecidos de la sociedad,
como ser el de las mujeres, hace necesario que el estado asuma un compromiso de
cambio en las estructuras de este, en donde las mujeres prácticamente no
tuvieron un papel preponderante tanto en la formulación como implementación de políticas
públicas.
BIBLIOGRAFIA
Wanderley (2008). Genero y desafíos post-liberales.
La Paz – Bolivia: CIDES - UMSA
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